viernes, 19 de septiembre de 2014

¿La mujer se angustia más que el hombre, por la pérdida del amor? Primera Parte


Dos aclaraciones, antes de comenzar:
1.      La pérdida del amor, es un tema muy amplio, que puede ser abordado de diferentes formas, en mi caso voy a tomar un aspecto, una parcialidad. Que intenta articular la angustia y el amor.
2.      Este escrito, parte de la lectura que realizo de los pacientes en mi práctica,  ubicando los desarrollos teóricos producidos por Freud y Lacan a partir de sus experiencias clínicas, que son útiles a mi entender, para responder al           interrogante planteado.


Es, una lectura clínica y quizás de la vida cotidiana, que la mujer, en general, suele estar más angustiada que el hombre, es decir, suele estar más en contacto con la angustia.
Existen diferencias, en el hombre y en la mujer, con respecto a las distintas situaciones que puedan llegar a provocarla.
La condición de hombría, en el hombre está ligada, al tener. Por lo tanto la angustia aparece en situaciones donde su condición se encuentra amenazada, en donde  deja de tener, lo que para cada uno, tiene importancia vital.
En cambio, la mujer se angustia por la pérdida del amor.
Esta orientación es general, lo cual no significa, que un hombre, no se angustie, cuando pierde a su pareja, por ejemplo.
Entonces, en ambos, la angustia, no se manifiesta con la misma intensidad, ni tampoco surge ante las mismas situaciones, y es también diferente lo que la provoca.
¿Cómo se produce esto?
El hombre y la mujer subjetivan de diferente forma, la pérdida.
Subjetivar, significa en este caso, que la experiencia de una pérdida, en el inconsciente, es interpretado de diversas maneras otorgándole un valor particular, es decir, es el dato de la perdida, lo que moviliza a la valoración inconsciente.  Y este valor está relacionado, en general, con la masculinidad y la femeneidad.
Decir que, para el inconsciente la perdida en ambos se interpreta distinto, implica que la persona no puede darse cuenta conscientemente, de este proceso.
En el hombre, por ejemplo, la pérdida de un trabajo, es casi siempre vivida con angustia.
Es una observación clínica, que bajo estas condiciones, aparece en el paciente lo que denomino “un algo más”, un plus, que se pone en juego bajo esta circunstancia; su masculinidad. Para evocar el decir de un paciente: “para mi perder mi trabajo, es una catástrofe”
La mujer, ante la misma situación, reacciona, casi siempre, diferente, es decir, sin poner en juego ese plus; no significa que no esté preocupada (estar preocupada, no es lo mismo que estar angustiada).
En la mujer. ¿Cómo se presentífica, ese “algo más”?  
Aparece en situaciones donde se pone en juego, la pérdida del amor, sea de un hijo, una pareja, un amiga/o o un familiar. A este plus, Freud lo denomina femeneidad.
En el inconsciente de la mujer, por su condición;  la pérdida del amor queda significada como un peligro que atenta contra la homeostasis psíquica[1]. Y la angustia es entonces su señal.
A partir de su práctica, Freud hace todo un desarrollo teórico, sobre la angustia y la define, como un estado afectivo, que aparece frente a un peligro real y va a acompañado, en general, de una reacción de huida que nos permite preservarnos. Es decir, es ante todo una señal, que implican manifestaciones en lo corporal (sensación de falta de aire, palpitaciones, sensación de mareo, sequedad de boca, sudores en las manos, pies, axilas, entre otras). En la angustia no existen palabras solo están los signos del cuerpo.
Agrega, que sin embargo existen situaciones, momentos y lugares que no representan ningún peligro real para la persona, pero sin embargo la angustia aparece.
Este, es el punto desde donde parto, es decir, para estas situaciones Freud sigue verificando, que la angustia es señal de peligro.





[1] Homeostasis: es una propiedad de los organismos vivos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior. Se trata de una forma de estado estacionario dinámico que se hace posible gracias a una red de sistemas de control realimentados que constituyen los mecanismos de autorregulación de los seres vivos. Ejemplos de homeostasis son la regulación de la temperatura y el balance entre acidez y alcalinidad (pH).